Hace 22 años atrás, la banda argentina de hard rock La Renga, nos regaló un álbum que para muchos se trata de su obra maestra; esto sin desmerecer sus antecesores ni sucesores. Se trata de Despedazado por mil partes, situado dentro de los mejores 100 álbumes del rock argentino según la revista Rolling Stone. Este trabajo, compuesto prácticamente en su totalidad por Gustavo ‘Chizzo’ Nápoli, voz y guitarra de la banda; quien inspirado por la libertad, el conocimiento interior, sus viajes y la particular influencia literaria de un antropólogo peruano llamado Carlos Castaneda, plasmaría lo antedicho en una lírica profundamente liberadora y por supuesto, pujantes riffs y melodías que consagrarían a la banda y les llevaría a los grandes estadios de Argentina y a otros diversos parajes.
La portada de la obra, a cargo del artista plástico Marcelo Zeballos, muestra de fondo un paisaje con tintes renacentistas y centralmente, el rostro de un ángel alado que a su vez puede ser visto como un diablo si se invierte la imagen; lo anterior, en un intento por simbolizar la eterna lucha entre el bien y el mal, lo que significaría mucho para la banda para este trabajo en particular.
Desnudo para siempre sería la poderosa inauguración de la obra; que mediante la enérgica batería de Jorge ‘Tanque’ Iglesias, los riffs propios de Chizzo y la resonancia del bajo de Gabriel ‘Tete’ Iglesias, comenzarían a dar forma a un trabajo innovador: un sonido distinto, mucho más pesado y rápido que lo exhibido en Esquivando Charcos (1991) y en ¿A dónde me lleva la vida? (1994), pero como mostrarían, sin dejar de lado lentas canciones que de todas formas en su esencia, llevan el rock en las venas. A la carga mi rocanrol desborda cualquier mar, consigna la ronca voz de Chizzo, y con aquella energía expuesta, sumado a sus trabajos anteriores, ciertamente su canto ya tiene otras bocas, nadie lo podría callar.
Llegamos al principio de canciones que, en aquel momento se convertirían en himnos de la banda, pero que mantienen la misma condición dos décadas después. ¿En qué lugar habrá consuelo para mi locura, si El final es en donde partí? Rápida e intensa, con aquella siempre grata compañía del saxofón de Gabriel ‘Chiflo’ Sánchez, esta canción dice mucho sobre lo que vendrá… “No llores más, dame la mano contame tu suerte, de esta manera quizás no sea la muerte, la que nos logre apagar el dolor”.
En este momento, hace sentido la artística portada de la obra y es con la Balada del diablo y la muerte, que la banda logra dar con el clavo de aquella significativa muestra expresiva. La balada narra la historia del encuentro de Chizzo con el diablo y la muerte, mientras en una fría noche esperaba por alguien. Interpretaciones al respecto, puede haber muchas; sin embargo, una de las más populares expresa que la canción tendría una significación respecto a los vicios humanos y como éstos pueden ocasionar lo peor. De todos modos, la potente guitarra y su riff, el sonido de la armónica y finalmente todos los interventores, logran transmitir placidez y reflexión.
Cuando el mundo no tiene respuesta, se vuelve incomprensible; Cuándo Vendrán, llega a ser estimulante, tal como una tonada que se escucharía durante un viaje en el que se busca estar insoportablemente vivo.
Psilocybe mexicana, enérgica y divertida en su forma, da cuenta de las andanzas que provocaría la experiencia con la psicodelia. Sin el estilo de ranchera de la canción anterior, sino que de forma mucho más experimental, Paja brava nos lleva tanto en lo lírico como en lo musical a las mismas temáticas. Haciendo mención a muchas especies naturales, sobre todo de tipo alucinógeno, brinda una atmósfera de viaje íntimo que, acercándose a su término, liquida con ritmos que rozan el éxtasis mismo.
Inmediatamente después suena Lo frágil de la locura, otro clásico de la banda que cuenta acerca de escenas dadas dentro de un viaje en el que se reflexiona respecto a lo que el progreso ha traído como consecuencia, sobre todo contra quienes han quedado al margen de éste, relegados en el olvido.
Veneno, lenta y nostálgica, es la única canción de esta obra que no pertenece a la banda, pues se trata de un cover de la banda La Negra, aunque notoriamente fue popularizada por La Renga; situación que de todas formas, enorgullece de sobremanera a los autores. El viento que todo lo empuja, metafóricamente agradece y sitúa en una posición de privilegio al amor que, aún dentro de un mundo que todo lo muele y desgarra, existe otra sensación capaz de empujar y dar sentido.
Llegando al final de esta obra, damos con una canción clásica, inspiradora y superlativa, reflejo de cualquier fuente que pudo haber servido de inspiración para su creación: Hablando de la libertad y la pasión emotiva que transmite, se ha convertido en el cierre obligado de cada presentación en vivo de la banda y no es para menos, pues su profunda lírica, su enérgica ejecución y sus solos brillantes no producen otra cosa que euforia en sus seguidores.
En suma, de este notable álbum proceden muchos clásicos del conjunto que, con el pasar de los años, solo han seguido consagrándose como una de las bandas más importantes del rock argentino: los riffs y solos de guitarra, la casi inmutable voz de Chizzo, las melodías del saxofón y las pulsaciones tanto de la batería como del bajo dan vida a uno de los mejores trabajos de la agrupación que, en el mismo momento en que Fito lanzaba su primer álbum en vivo de forma independiente a MTV, Euforia; que los Redondos editaban Luzbelito y que Los Piojos lanzaban Tercer Arco, regalaban a su país, a Sudamérica y por supuesto al rock, una pieza insoslayable.