Luego de 3 años desde su último trabajo de discográfico, los estadounidenses de Rivers Of Nihil regresaron al estudio para entregarnos su más reciente trabajo Where Owls Know My Name. La banda originaria de Pensilvana, volvió con un álbum que sin dudas se presenta como una propuesta que si bien, entrega todo lo que los amantes del death metal buscan en un disco, también incluye mucha innovación y originalidad entre sus composiciones.
Editado el 16 de marzo del presente año 2018 por Metal Blade Records, llegó al puesto número 61 en la lista de éxitos musicales Billboard 200, vendiendo 2750 copias en su primera semana de lanzamiento.
Where Owls Know My Name es un álbum que relata la historia del último hombre vivo en la Tierra, a quien le fue otorgada la inmortalidad por el planeta mismo con el objetivo de que sea el único testigo inteligente de la muerte de nuestro hogar. Según palabras del guitarrista Brody Uttley – quien también se encargó de la programación del disco -, y de Adam Biggs (vocalista y bajista):
«Realmente el disco trata acerca de perder y de ir envejeciendo, es tomar en consideración las cosas que has hecho en tu vida, ya que estaremos allí tan pronto como podamos».

El inicio del viaje
El álbum comienza con la introducción instrumental Cancer/Moonspeak, la cual nos adentra en esta historia de profunda y apocalíptica. Luego de ella comienza The Silent Night, canción que parte con guitarras pesadas y la brutal voz de Jake Dieffenbach, que se va entremezclando entre técnicas y veloces baterías por parte de Jared Klein.
Es en esta segunda canción, en donde se nos presenta un contraste que marca la originalidad y versatilidad de los integrantes de la banda, ya que a medida que se va desarrollando, aparecen paisajes de calma con guitarras que de forma limpia y pasiva, recuerdan a la desolación y la soledad de un lugar falto de vida. Es así como en aquel paisaje inhóspito se escucha un solo de saxofón por parte de Zach Strouse, el que posteriormente se entremezcla con la vuelta de la distorsión y velocidad.
El trabajo continúa con A Home, pieza que comienza con gran brutalidad y con composiciones bastante aceleradas pero que a su vez, se fusionan con suaves guitarras acústicas que se escuchan al unísono con perturbadas voces limpias. Sin perder la agresividad, la composición concluye con una batería bien marcada que entrega la sensación de que el viaje continúa.
Así se empieza a escuchar un doble bombo y marcados blast beats, para dar paso a Old Nothing, canción que a través de sus guitarras con múltiples silencios y cortes genera un sonido característicamente ambiental pero a la vez agresivo. En esta pieza se vislumbran ciertos tintes de estilos como el metal y el rock progresivo con cambios bastante complejos pero que van de la mano con suaves intervalos de guitarra y bajo que
culminan nuevamente en agresividad.
El clímax de un apocalipsis
La mitad del álbum llega con Subtle Change (Including the Forest of Transition and Dissatisfaction Dance), canción que hace converger todo lo ambiental y melancólico del disco, por medio de paisajes que entregan sensaciones de desesperación e intranquilidad. En esta sección del álbum se ven reflejadas las influencias del progresivo en su máxima expresión.
Gracias a la presencia de teclados, la vuelta del saxofón y puentes bastante polirrítmicos y complejos, la pieza nos permite aventurar en diversos paisajes musicales que van desde aquellas memorias de desolación a la ira y desesperación que implica ser el único humano del planeta.
Terrestria III: Wither es la pieza con la que Rivers Of Nihil nos lleva por un trayecto de inhabitados lugares en donde podemos escuchar arreglos electrónicos que recuerdan aquella transición por la que pasamos los seres humanos al momento de ir envejeciendo. En el álbum se aprecia cómo el sonido es capaz de entregarnos la historia a través de diversas propuestas sonoras, sin alejarse de la esencia del death metal.
Posteriormente el viaje nos hace avanzar a través de Hollow y Death Is Real, gracias a la mezcla de voces limpias y guitarras que fluctúan entre lo técnico del death metal y melodías armónicas y tranquilas. Los bajos por parte de Klein y la guitarra de Jonathan Topore, destacan sonidos que nos hacen entender que el viaje ya no tiene vuelta atrás y sugieren el inevitable final que se acerca hacia nosotros.
El inicio del fin
El desenlace de esta apocalíptica aventura se comienza a gestar con la homónima Where Owls Know My Name, en donde se entiende que todos aquellos detalles que hacen de este viaje algo único vuelven a estar presentes en los sonidos de la pieza. Por una parte los arreglos electrónicos, las voces limpias y guitarras acústicas retornan luego de algunos intervalos de ausencia, como así también escuchamos nuevamente la exquisita presencia del saxofón de Strouse.
Finalmente y luego de pasar por diversas emociones y vanguardistas fusiones de sonido, llegamos al último tema del trabajo: Capricorn/Agoratopia. Una canción que entrega un sonido que da a entender el final de la travesía, como una especie de resignación a la realidad a la que nos enfrentamos la composición nos lleva por paisajes que nos hacen caer en cuenta que el tiempo no se detendrá y las decisiones que se tomaron, ya no poseen redención.
Es aquí donde el concepto del disco, toma la mayor fuerza debido a que la soledad y la melancolía no dejan de estar presentes. Así como también la desesperación y locura de ser quienes estamos presenciando un lugar ajeno, sin vida humana.
Un viaje en el que somos meros espectadores de un paisaje desolado en donde ya no conocemos a nadie, ni nadie nos conoce. Un lugar en donde somos los últimos, un lugar en donde sólo los búhos conocen nuestro nombre.