Recientemente durante la última presentación de Pestilence en Santiago, el pasado 5 de mayo, algunas personas del público ingresaron al recinto con bengalas que luego encendieron en medio de la euforia musical. Dicha situación, no es única de este estilo, pero se le suele estigmatizar.
Lamentablemente, este tipo de situaciones dan una mala imagen a los conciertos, principalmente, cuando se trata de eventos no tan masivos, para el caso específico del rock, el metal y estilos más pesados, ocurre que se suele caer en estigmas o prejuicios, tanto de las bandas, como de los fans.
Se suele generalizar, culpando a las bandas de ser quienes influencian a algunos seguidores para realizar estos actos de vandalismo, desorden o incluso accidentes graves. Más allá de entrar en el dilema de si esta música provoca en verdad dichas actitudes, lo cierto es que, categorizar los eventos únicamente de rock y metal como propensos al desastre o la tragedia, sería el equivalente a querer tapar el sol con un dedo.
La realidad es que para el mundo del espectáculo, este tipo de situaciones suceden por otros factores, como las medidas de seguridad por parte de la productora, lo cual se relaciona con la atención que se ponga en los cuidados del recinto y el compromiso que tengan los guardias. En este sentido, las precauciones mencionadas no solo caben en el rock o el metal, sino en cualquier tipo de música o espectáculo artístico prácticamente.
Para este apartado me quiero remitir al libro del periodista chileno Patricio Jara «Pájaros Negros: Crónicas del Heavy Metal Chileno», en el cual se menciona cómo es el cuidado de un concierto desde el lado de los fans, pero también desde lo que tienen que enfrentar los guardias. Patricio Jara da a conocer el testimonio de Rodrigo Órdenes, guardia de conciertos experimentado, sobre lo que conlleva resguardar eventos de esta categoría.
En sus palabras, «(…) uno conoce a los públicos … Los has visto y te han visto tantas veces que, al final, hay respeto. Saben que por acá no van a pasar, que no se van a subir al escenario, pero de que lo intentan, lo intentan.» «(…) y si a eso le sumas que los pollos vienen y vienen y vienen …, no es fácil. Hay muchos que no vuelven a esta pega, porque les pagan poco o porque les da miedo.»
Volviendo con el estigma que existe con ciertos eventos por el estilo que enarbolan, también debe considerarse que el metal es un género musical que ha sido perseguido y censurado, incluso en la actualidad, tal como pasó con la banda Marduk y su concierto cancelado en Guatemala el 2018 y en España el 2021. Por razones como estas, puede ser que el metal sea blanco de críticas cuando se le relaciona con tragedias o escándalos, pero eso no quiere decir que en recitales de otros estilos no ocurra.
Respecto de este tema Patricio Jara también tiene un punto en su libro, señalando«no hay distingos. Un concierto de Sepultura puede ser tan caótico como uno de Demi Lovato. Un show de Marilyn Manson supone tanto riesgo como uno de La Oreja de Van Gogh. Cien personas locas por AC/DC son tan peligrosas como cien personas locas por Marco Antonio Solís. Un desmayado entre la multitud siempre será un desmayado entre la multitud»
Sin ir más lejos, podemos recordar el escándalo armado en las fechas de Daddy Yankee con la entrada al evento en el Estadio Nacional, y con todos los altercados que eso provocó, en los cuales hasta de violencia física se habla. Al final y como muchas veces pasa, culpar al estilo musical sería atacar la fiebre y no atacar la enfermedad.
Por Oscar Vargas