La espera terminó y la noche del viernes 25 de abril quedó marcada como una de las grandes noches del metal melódico en Santiago. La enigmática banda Dogma volvió nuevamente a deleitarnos, esta vez en la Sala Metrónomo, en un show que, pese a algunos pequeños imprevistos, se transformó en un auténtico ritual de energía, sensualidad y conexión con sus fans.

Desde temprano, aunque el flujo de asistentes parecía lento, bastó que el reloj marcara las 9:00 p.m. para que el recinto estuviera lleno, demostrando que la expectación por ver a las «monjas herejes» era más real que nunca. El espectáculo comenzó con algunos minutos de retraso, y cerca de las 9:15 p.m. las integrantes salieron a escena bajo una intro mística, envolviendo la atmósfera en un aura cargada de misterio.

Vestidas con su clásica indumentaria de monjas —velos, vestidos que dejaban al descubierto sus largas piernas y zapatos de tacón—, Lilith, Lamia, Nixe, Rusalka y Abrahel hicieron su entrada triunfal en medio de luces sombrías y acordes envolventes. El público, absolutamente encendido, recibió a la banda con vítores y entusiasmo palpable.

Fotografía por Benjamín López / @benjamin_voorhees

La noche arrancó con “Forbidden Zone”, una pieza llena de sensualidad y actitud que incendió la sala de inmediato. A pesar de algunos problemas técnicos con el micrófono de Lilith, el grupo no dejó que eso apagara su energía. De hecho, los fans más entregados coreaban cada palabra como si sus vidas dependieran de ello.

Siguieron himnos como “Be Free”, “My First Peak”, “Carnal Liberation” y “Free Yourself”, en donde el poder vocal, la química en el escenario y la interacción constante con el público hicieron que cada tema se sintiera aún más especial. Con miradas cómplices y sonrisas dirigidas hacia los asistentes, Dogma reforzó ese lazo íntimo que solo una banda en su mejor momento puede lograr.

Fotografía por Benjamín López / @benjamin_voorhees

Uno de los momentos más esperados llegó cuando interpretaron su versión de “Like a Prayer”. La reinterpretación del clásico de Madonna se convirtió en un verdadero clímax: las integrantes danzaban y tocaban simultáneamente, fusionando espectáculo visual y destreza musical en una escena digna de recordar.

La sorpresa de la noche fue “The Tribute”, un medley brutal que rindió homenaje al metal clásico, hilando riffs de Pantera, Iron Maiden, Metallica, Megadeth, Slayer y Lamb of God. El público no se contuvo: tararearon riffs, corearon líneas icónicas y convirtieron ese momento en una celebración pura del metal.

Fotografía por Benjamín López / @benjamin_voorhees

Para el gran cierre, Dogma eligió dos de sus canciones más potentes: “Father I Have Sinned” y “The Dark Messiah”. Luego de la última nota, las integrantes se retiraron con el mismo misticismo que los había envuelto al inicio, dejando tras de sí una Sala Metrónomo vibrante, satisfecha y pidiendo más.

En definitiva, la banda llenó el espacio con su magnetismo, fusionando sensualidad, oscuridad gótica y un aura de liberación que no dejó indiferente a nadie. La calidad sonora y la acústica íntima del recinto contribuyeron a que esta velada fuera aún más especial.

Dogma demostró que no solo tienen una estética provocadora, sino que son capaces de ofrecer un espectáculo de nivel mundial. Y si algo quedó claro anoche, es que esta no será la última vez que las veremos en tierras chilenas.
¡Hasta pronto, hermanas del metal!

Fotografía por Benjamín López / @benjamin_voorhees
Fotografía por Benjamín López / @benjamin_voorhees
Fotografía por Benjamín López / @benjamin_voorhees

 

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