REVIEW CONCIERTO | Kabrones y José Andrëa repletan el Teatro Coliseo con una noche mágica y de puro fuego

A casa llena y con el corazón puesto en cada acorde, Kabrones liderados por José Andrëa , la inconfundible voz de los años dorados de Mägo de Oz, entregaron un show inolvidable la noche del 7 de junio en el Teatro Coliseo de Santiago. Una velada cargada de nostalgia, emoción, y sobre todo, energía desbordante.

El setlist fue un viaje épico por grandes himnos que marcaron a toda una generación: desde la apertura con “Maritornes” y “La Santa Compaña”, hasta momentos de explosión colectiva como “El que quiera entender que entienda” o “Fiesta pagana”, con el manager de la banda sumándose a cantar en escena, desatando la euforia final.

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Uno de los momentos más especiales se vivió durante “El ángel caído”, cuando José tomó el teléfono de un fan para grabarse junto a la banda, regalándole un recuerdo soñado a cualquier amante del género. Más adelante, con “Es hora de marchar”, se rindió un emotivo homenaje a Fernando Ponce de León, con un abrazo grupal que dejó lágrimas y piel de gallina.

El público fue un protagonista más: saltando sin parar, coreando a todo pulmón, bailando con alegría contagiosa y formando ruedas donde se mezclaban sonrisas, abrazos y pura felicidad. La conexión fue total, como si todos los presentes supieran que esa noche sería una para recordar.

En lo musical, la banda sonó compacta, potente, y con una entrega total. Aunque la ausencia de Frank se hizo notar, su reemplazo Víctor Manuel Conde cumplió con altura. El tecladista fue sin duda una revelación: actitud al máximo, carisma arrollador, y un solo demoledor tras “El Santo Grial” que puso al público a ovacionar de pie.

La noche también tuvo sabor local: Pancho Triskel, músico chileno, acompañó en la flauta con gran soltura, y la cantante chilena Lis fue invitada a sumarse en “Astaroth”, aportando un momento poderoso y sorpresivo.

Entre anécdotas, guiños y carcajadas como cuando José hablaba del bajista y el público coreó “el que no salta es paco” la comunión entre banda y audiencia fue absoluta. Kabrones no solo tocaron canciones; revivieron un legado, celebraron la música y recordaron que el metal también puede abrazar.