Por: Kevin Fuentealba Mol / @_nothingman._
Fotos: Cristian Calderón / @cristianbelano
Después de una espera que se prolongó por años, Motorama regresó triunfalmente a Chile para presentar su último álbum «Sleep, and I will Sing» en el emblemático Blondie Club de Santiago. La banda rusa, originaria de Rostov del Don, desató un fervor contagioso entre los asistentes, que colmaron el recinto de energía.
Con una mezcla única de elementos musicales que resuenan con la esencia del post-punk, inspirados en bandas emblemáticas como Joy Division, Motorama generó una anticipación palpable desde la previa, reflejada en la impaciencia de los asistentes.
Ver esta publicación en Instagram
Explorando emociones
Blondie Club vibró desde los primeros acordes, creando un ambiente de buen humor entre los asistentes. Alrededor de las 21:10 hrs, Motorama hizo su entrada en escena, desencadenando un eco que resonaría durante toda la noche. «Wind in Her Hair», «No More Time» y «Two Sunny Days» dieron inicio a la velada, acompañadas de saltos y vítores colectivos que sellaron la conexión entre la banda y sus seguidores.

Con un modesto agradecimiento por parte de Vladislav Parshin, la banda continuó su set con temas como «Pole Star», «And, Yes» y «Red Drop», resaltando la participación de Parshin en la batería al tocar platillos al final de «Red Drop». Con la banda totalmente entregada, «Corona», «Up» y «Next to Me» destacaron en un set sin pausas, manteniendo la euforia de la audiencia.
«Alps» y «Rose in the Vase» llevaron a los asistentes a una montaña rusa emocional, con un público entregado saltando y gritando sin cesar. Es importante destacar la calidad de los músicos: la precisión de Maxim Polivanov en la guitarra, la seriedad y encanto de Irene Parshina en el bajo y la habilidad técnica de Michail Nikylin en la batería, elementos clave que contribuyeron al espectáculo inolvidable.

Cada canción se convirtió en una invitación a explorar los rincones de la nostalgia y la euforia. Con temas como «Dreams» y «Twilight Song», Motorama mostró lo mejor de su último trabajo, «Sleep, and I will Sing«. Parshin incluso se tomó el tiempo de entregar agua al público cercano al escenario, atendiendo al evidente calor y demostrando un gesto cercano con la audiencia.
La sorpresa llegó cuando Parshin presentó una nueva canción, pero para deleite de todos, interpretaron «Heavy Wave», desatando la locura en el recinto. El set continuó con éxitos como «Lottery», «Tell Me» y la reconocida «To the South», antes de agradecer al público y retirarse temporalmente del escenario.

Cierre brillante y un vínculo inquebrantable
En el clímax del concierto, entre efusivos aplausos y los gritos unísonos de un público que clamaba «¡Motorama!», la banda regresó con una energía renovada para llevar el espectáculo a un nuevo nivel. La icónica canción «Ghost» resonó, desatando una efervescencia aún mayor en la audiencia que ya estaba emocionada por el extraordinario despliegue del show. Los saltos y el frenético movimiento entre la masa presente indicaban la conexión palpable entre la banda y sus devotos seguidores.

La emoción persistió con la interpretación de «One Moment», manteniendo un nivel de conexión emocional tanto para la banda como para el público. La canción encapsuló la intensidad del momento, consolidando la experiencia como algo más que un simple concierto; fue un intercambio mutuo de emociones entre Motorama y sus seguidores.
Para cerrar con broche de oro, «Anchor» se erigió como el momento culminante. En el centro de Blondie, se formó un apasionado mosh que marcó el punto clave del espectáculo. La energía liberada en este instante hizo que la despedida de Motorama fuera monumental. Al concluir la interpretación, la banda abandonó el escenario entre aplausos y ovaciones generalizadas de un público visiblemente feliz. Mientras la audiencia abandonaba el recinto, quedaba patente la sensación de haber sido parte de algo verdaderamente especial, llevando consigo la felicidad de haber compartido momentos inolvidables.

Tejiendo Vínculos a Través de Notas y Emociones
En resumen, el show de Motorama fue impecable de principio a fin. A pesar del limitado contacto con el público, la conexión fue instantánea. Las melodías envolventes y la voz melancólica del vocalista crearon una atmósfera etérea que transportó a todos a un lugar donde el tiempo parecía detenerse.
El set sin pausas y el excelente sonido generaron un telón de fondo donde el ritmo y la emoción del público no decaían. La música de Motorama trascendió las notas, convirtiéndose en una experiencia compartida que perdurará mucho después de que las luces del escenario se apaguen. Destacando así la entrega de una banda que ha viajado miles de kilómetros desde su hogar para encontrarse con su “nueva casa”, donde siempre serán bienvenidos.
Agradecemos a Blondie Club por la invaluable oportunidad de ser parte del evento.