Chile se convirtió en el primer destino sudamericano de la gira por los 40 años de trayectoria de Fermín Muguruza. La relación estrecha entre el vasco y los fans provocaron un desborde del Teatro Cariola, no tan solo por la alta convocatoria del show, sino también por la efervescencia de un público que coreó la música como gritos de lucha.
Desde sus inicios en Kortatu (1984-1988), pasando por Negu Gorriak (1990-1996), hasta su carrera como solista, Muguruza ha sido portavoz de múltiples causas sociales. Fiel a ese compromiso, apenas comenzó su show alzó una pancarta que suscitaba «¿Dónde está Julia Chuñil?», un hecho que no tardó en conmover a los asistentes que, entre ovaciones, entendieron que no estaban solo ante un concierto conmemorativo.
El lazo con Chile no es reciente, pues durante la noche recordó su participación en un disco tributo a Victor Jara, cuando el sello Alerce lo invitó a interpretar «El Derecho de Vivir en Paz», reafirmando su vínculo con la memoria del ilustre artista y compositor nacional.

Un repaso de leyenda
Fueron más de dos horas de concierto que recorrieron sus distintas etapas musicales. Canciones como «Urrun», «Eguraldi Lainotsua Hiriburuan», «Hay algo que va mal», entre otros, fueron himnos coreados desde la rabia, sed de justicia y de resistencia que el público cantó como si se tratara de una manifestación.
Las consignas no se limitaron al territorio chileno. Banderas de otros países, pancartas en la platea con lemas como «Libertad y Autonomía para Palestina, Wallmapu y Euskera Herria», y canciones como «Euskal Herria Jamaica Clash», «Black is Beltza», o «Nicaragua sandinista», recordaron que la lucha es global, multicultural y contra un solo enemigo, el fascismo.
La diversidad del público fue un símbolo de unidad. Da igual si llevaban la polera de Kortatu, la camiseta del Athletic Club o de Palestino, con boina roja o ningún distintivo. La fiesta contra el fascismo traspasó cualquier barrera cultural, idiomática, de género e incluso por aquellos que en vida ya no pueden formar parte de ella como Iñigo Muguruza, hermano de Fermín fallecido en 2019 a quien rindió homenaje. Un frenesí antifascista al ritmo de «La Línea del Frente», que energizó una vez más a un público que no paraba de hacer sudar y temblar al Teatro Cariola.

La fiesta más allá del punk
En un momento clave, Muguruza recordó el estallido social del 18 de octubre de 2019, momento que marcó un antes y un después en la forma que se perciben las manifestaciones, dando paso a una de las cumbres del movimiento contra las injusticias en Chile. Un flashback evocado tras tocar «Hiri Gerrilaren Dantza» de Negu Gorriak, canción que ilustra el combate en las calles como una danza, en el que el baile es la lucha contra los peligros, la represión y todo lo aquello conlleva.
La atmósfera que el bloque de Negu Gorriak generó podría resumirse en un único símbolo, un puño alzado. Los gritos de «Aguante Fermín», no eran simples halagos, sino un reconocimiento a su coherencia, su rebeldía y su capacidad de conectar con las emociones del público. La estrecha relación con los asistentes facilitó que los sentimientos estuvieran al ritmo que Fermín quisiera, pasando de la vorágine a la introspección con «Itxoiten», pues en parcial oscuridad, Muguruza se tomó un momento para exponer sus reflexiones acerca de las distintas formas de ejercer la resistencia.

El broche de oro
Las expectativas sobre cuándo tocaría «Sarri, Sarri» eran evidentes, en el hall del Teatro Cariola se sentía la ansiedad colectiva. Sin embargo, antes de que la avalancha ocurriera, «Gorria Herria» preparó el terreno con un mensaje claro; velar por los pueblos. Una consigna enlazada con la pancarta que pedía libertad y dignidad para las comunidades mapuches y palestinas, por lo que la carga emocional estaba por llegar a su peak y sencillamente no tener retorno.
Los acordes eran familiares, algunos con la mirada perdida encontraron una dirección y lo que tanto esperaron durante la noche, también significó su fin. La melodía más emblemática de Fermín generó una última ebullición, un desorden que algunos sintieron como su última, y quizás única, oportunidad para bailar al son de una leyenda del punk combativo. A la fiesta se unió una invitada inesperada, la actriz Itzar Ituño (de «La casa de Papel»), quien fue objeto de críticas por participar en esta tonada, ya que la canción hace referencia a dos miembros ETA fugados, pero en el show, fue recibida con un solemne cariño.

No obstante, la velada duraría más de lo esperado, pues pese la despedida de Fermín y su equipo, el público pedía más. No fue hasta que el vasco abandonó el escenario, con una camiseta de Palestino, que la masa de gente dio los primeros pasos a abandonar el teatro, dando por concluido un momento histórico para la música como símbolo de protesta.
Guerrilla Splinter: En el escenario de una leyenda

La banda nacional tuvo un espacio de brillo ante las altas exigencias del público que ansiaba ver a Fermín Muguruza. Un show breve pero que logró contagiar intensidad y energía con su mensaje, especialmente en contra las brechas sociales, la desigualdad y un turismo superficial, con su canción «Vacaciones en Santiago» (versión adaptada de «Holiday in Cambodia» de Dead Kennedys).