EVENTOS | David Cross: Repasando «Larks’ Tongues in Aspic», La Reinvención Sónica de King Crimson

«Larks’ Tongues in Aspic» es considerada una de las obras maestras de la extensa y rica discografía de King Crimson. En este álbum, la banda británica presenta un gran cambio de sonido respecto a sus trabajos anteriores, incorporando nuevos instrumentos como el violín y percusiones exóticas. Además, en varias ocasiones se perciben atmósferas oscuras heredadas de la música de Béla Bartók, e incluso pesadas, cercanas al heavy metal, siendo David Cross uno de los principales protagonistas en generar este cambio.

Esta producción representó un giro importante respecto al trabajo que venía realizando la banda liderada por Robert Fripp. Exceptuando a Fripp, no solo incluyó una renovación completa de los músicos, sino también la consolidación de una propuesta ligeramente diferente que, si bien rescataba la esencia vanguardista de sus inicios, agregaba un sonido más pesado e imponente.

El álbum inicia con «Larks’ Tongues in Aspic, Part One», un exótico manjar de trece minutos y medio lleno de hipnotismo y exasperación. La percusión de Muir y Bruford marca el inicio, seguida por la entrada del violinista David Cross, cuyo violín añade aspereza en su debut con King Crimson. Fripp contribuye con acordes ácidos mientras Wetton se une con un ritmo acompasado. La pieza evoluciona hacia un caos sónico alrededor del minuto seis, seguido de frases cortas y solitarias de Cross, hasta que el quinteto retorna dramáticamente con Bruford y Wetton, culminando con un cierre de percusión. Esta compleja composición combina xilófonos, campanas tubulares y sonajeros que crean una atmósfera selvática, interrumpida por un riff superdistorsionado que evoca un predador sonoro. La pieza culmina con una jam extendida, donde el violín de Cross despliega un vuelo imperial, ofreciendo un viaje a veces grotesco y otras paradisíaco, pero siempre apasionante.

«Book of Saturday» es una delicada balada sin percusión, adornada con melosas tesituras de melotrón, sutiles punteos de guitarra en efecto reverse, y tímidas intervenciones del violín de David Cross, todo ello envolviendo la suave voz y murmurante bajo de John Wetton. La canción nos susurra una historia de idílicos sábados pasados, presentándola de manera tan íntima que se siente personal. Con influencias que evocan a The Beatles y un agridulce acompañamiento de Robert Fripp, esta pieza se destaca como una de las más atractivas del catálogo del rock progresivo, culminando en un hermoso diálogo musical entre David y Robert.

La tercera composición, «Exiles», brinda la oportunidad a David Cross y nuevamente a Fripp y Palmer-James de destacar una belleza inicial con el violín de Cross como protagonista, mientras Wetton aporta matices al piano y Bruford añade su característico redoble. La canción, que comienza con una atmósfera infernal y galáctica, despierta con un arpegio acústico de Fripp y el melancólico violín de Cross, acompañado por la voz rota de Wetton. La delicadeza de la pieza, anclada suavemente por la percusión, se eleva a lo sublime y espiritual gracias a la magistral interpretación de los músicos y el emotivo registro del vocalista, destacando la pérdida del espíritu creativo del siglo XXI.

Atractivo y estrafalario, «Easy Money» fascina con su jazzístico canturreo inicial, liderado por Wetton, seguido por un corte travieso y sórdido con extraños sonidos producidos por el nuevo percusionista, y culmina con una mecanizada carcajada diabólica. La pieza demuestra la capacidad de la banda para alternar entre jardines y lodazales sin perder su esencia, donde la percusión adorna las frases de Fripp y Wetton narra la historia con versos que resaltan un ambiente decadente.

«The Talking Drum» es un instrumental minimalista de siete minutos y medio, donde un creciente bucle rítmico de batería y bajo sirve de base para el violín y la electrizante guitarra de Fripp, culminando en una estridente y ensordecedora meta. Inspirado en el tambor africano homónimo, Muir y Cross destacan con sus interpretaciones, desarrollando la pieza de manera impresionista similar al bolero de Ravel, mientras que Wetton permanece casi imperceptible. King Crimson, conocida por su constante innovación y bajo la dirección de Robert Fripp, sigue siendo una de las bandas más representativas y apreciadas del rock progresivo.

La segunda parte del tema título, «Larks’ Tongues in Aspic, Part Two», cierra el álbum con un instrumental de poco más de siete minutos, compuesto por Fripp y destacando la colaboración de Bruford y Cross. Este tema ofrece un sonido metalero que nos transporta a un futuro pasado en «Red»(1974). Aunque menos estridente que la primera parte, su melodiosa sección se entrelaza con sonidos abruptos de metales y estridencias de Muir y Cross, creando una atmósfera cautivadora. Fripp, con sus acordes distorsionados, añade un peso que prefigura el heavy metal, mientras que el final estridente deja al oyente ansioso por volver a escuchar el álbum. El cortante riff inicial, seguido de las escalas sinuosas característicamente punteadas por Fripp, se convierten en elementos clave del corte, recordando a veces los rasgos del heavy metal antes de ser definido como tal. En resumen, «Larks’ Tongues in Aspic, Part Two» es una pieza de siete minutos que fusiona lo indómito con lo musicalmente cautivador, encapsulando la esencia del álbum.

Robert Fripp, como un visionario juglar nacido bajo distintas estrellas, fusionó en su trance musical las doctrinas emergentes del rock, especialmente evidentes en los temas principales del álbum que abren y cierran la obra. Sus riffs, abrasivos y feroces, desafiaron la era de los 70 con una aurora musical inesperada. Aunque Fripp se autodenominó el «mínimo común denominador», su contribución a esta obra fue excepcional. King Crimson continuaría su legado con dos notables grabaciones posteriores antes de su primer hiato en 1974: «Starless And Bible Black» y «Red».

Por su parte, David Cross fue una de las piezas fundamentales que redefinió el sonido de King Crimson en este álbum y en trabajos posteriores de la banda. Su característico violín le dio un nuevo aire a las composiciones, siendo mucho más sentimental y dando nuevos matices a una discografía que hasta ese entonces ya era muy difícil de superar.

No te pierdas a David Cross interpretando el álbum «Larks’ Tongues in Aspic» y lo mejor de «Red» y «Starless And Bible Black» el próximo miércoles 21 de agosto en el Teatro Nescafé de las Artes. Las entradas se encuentran disponibles por el sistema Ticketmaster.

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