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En una fría noche de lunes, el ambiente tranquilo y ordenado predominaba a las afueras del reconocido Teatro Coliseo. Al adentrarme, me encontré con una cancha que comenzaba a llenarse, y que alcanzó su capacidad total justo al inicio del esperado espectáculo: el debut de los norteamericanos provenientes de Stockton, California.
Con una canción de The Egyptian Lover como tape inicial, comenzó puntualmente esta extensa velada, que se prolongó durante una hora y 45 minutos. La banda hizo su entrada y el público los ovacionó; quizás para muchos era la primera vez que los veían en vivo, así que la emoción era comprensible.
La multitud coreó y saltó al ritmo de la primera canción, «Silence Kid», con ese riff tan característico de los noventa, al más puro estilo grunge. Cuando comenzó el primer verso, toda la audiencia lo entonó a pleno pulmón. Los coros de Bob Nastanovich destacaban, con una fuerza y simpatía que capturaban la atención en el escenario. Su pequeña batería, o más bien una caja y un par de platillos, le daban un toque único a la actuación. La gente seguía saltando, quizás sorprendidos por la intensidad del momento; a mí personalmente me sorprendió gratamente. La energía transmitida entre la banda y el público era palpable, con su sonido grunge exquisito, lograron enloquecer a más de uno, incluyéndome a mí, que los descubrí hace poco tiempo.
Tocaron «Starlings of the Slipstream», una canción bastante agradable que comenzó de manera lenta y construyó hacia un clímax medio grunge. Sin embargo, este fue solo el cierre, un cierre triunfal que les valió todos los aplausos. Hubo una ovación total en el TeatroColiseo, a pesar de su mala fama por el sonido y la acústica. En más de dos ocasiones, los parlantes se acoplaron, lo que resultó bastante molesto. Con «Kennel District», hicieron que el público volviera a saltar, alternando entre Stephen Malkmus y Scott Kannberg, los dos guitarristas, en la voz principal. La gente coreaba el estribillo: why didn’t I ask seguido de un uuuhhhhh! que hacía vibrar el recinto.
Hubo una variedad de temas, desde algunos más psicodélicos como «Transport is Arranged», e incluso un toque de stoner por parte de la banda, con un riff tan sutil. So much time that’s wastin’ cantaba la efervescente multitud que, poco a poco pero sin tomarse mucho tiempo, se entregó al espectáculo con fuerza, saltando y disfrutando al máximo. En una noche tan fría como la de anoche, hubo algunos aventureros que decidieron hacer crowdsurfing, lo cual me sorprendió un poco, dado que el público era un tanto mayor; espero que nadie se ofenda.
Bob estaba completamente entregado, o para evitar sonar negativo, podrí decir que estaba muy extasiado por la energía del público. Además, lo vi como una especie de actor, un show más teatral de su parte durante todo el espectáculo, recorriendo el escenario con caminatas que añadían un toque teatral a la presentación. Así pasaron canciones como «We Dance» y «Unfair», donde Bob asumió el control de la voz principal, enloqueciendo a los presentes con su gran carisma y dominando todo el escenario. Y ni hablar del coro, tan potente; me encantó.
«Harness Your Hopes», un tema icónico e himno de la banda, era conocido por todos, incluso por aquellos que no estaban familiarizados con Pavement. El público se aseguró de cantarla con fuerza y de principio a fin, con un ritmo pegajoso que dejaba una estela de buena vibra. Luego llegó «In The Mouth A Desert», el siguiente tema en la lista, estábamos ya en el número 13 de los 25 en total, pero a la gente no le importaba, estaban ahí para disfrutar. Este tema era bastante grunge, con un coro particular que hacía referencia al género que lo caracterizaba. El público coreaba el arreglo de guitarra de una manera indescriptible, pero sonaba maravilloso.
Ay! el problema del audio nuevamente! Hubo más de un inconveniente con eso, con acoples bastante irritantes para los oídos, pero parece que ante la efervescencia del público, no importó tanto. Siguieron temas como “Feed ‘em to the (Linden) Lions”, “Trigger Cut” y “Two States”. Aquí me detengo un poco, porque la gente coreaba la frase 40 million daggers. Y es que la gente no dejaba de saltar.
Muchas gracias… MUSHAS GRAZIAZ, dijo Bob, quien estaba completamente agradecido con el público presente. Tu país es raro, no tiene este y oeste, dijo Malkmus, una frase que hizo reír al público. Luego fue el turno de otro clásico de los noventa, «Spit on a Stranger», un tema tranquilo conocido por su coro cantado al unísono, pull me out. El show iba llegando a su fin. Cuando la banda se retiró del escenario, realizaron un breve encore de no más de cinco minutos para recargar energías y regresar nuevamente, dado que llevaban hora y media tocando sin parar.
Olé olé olé, Pavement Pavement! El público esperaba ansioso el regreso de la banda, y cuando reaparecieron, saludaron efusivamente a los presentes. La banda volvió con fuerza con «Range Life», otro tema que invitaba a saltar. Bob, tan carismático como siempre, agradeció a la gente por haber venido y también a los FotherMuckers por haber abierto el espectáculo. Antes de finalizar, Pavement desplegó todo su poderío con «Serpentine Pad», otra de mis favoritas, con una energía desbordante que incluso hizo que algunos más lejanos empezaran a mosh. Disfrutaron al máximo ese tema tan intenso, que duró poco más de un minuto. El show concluyó de manera tranquila y emotiva con «Stop Breathing”… Stop breathing, breathing for me now, y la gente, moviéndose de lado a lado, cantaba con pasión, y con un final medio psicodélico, la banda culminó de manera triunfal su debut en tierras chilenas.
Comentarios finales:
El show de Pavement fue una experiencia verdaderamente emocionante. Desde el momento en que pisaron el escenario, capturaron la atención del público con su energía inconfundible y sus icónicos temas. A pesar de algunos problemas técnicos con el audio, el ambiente no perdió ni un tipo de su entusiasmo. Personalmente, encontré el show muy entretenido; nunca me aburrí. Las partes más tranquilas ofrecieron momentos para descansar y disfrutar de la música de una manera más relajada, mientras que los momentos más enérgicos invitaban a saltar con todo. La diversidad de su repertorio, desde sus himnos más reconocidos hasta sus temas más profundos, mantuvo el interés durante toda la noche. En resumen, fue una experiencia inolvidable y emocionante que superó todas mis expectativas.